ORATORIA:
Por oratoria entendemos el arte de hablar en público
según una serie de reglas, que constituyen las técnicas del discurso, con la
finalidad de convencer a un auditorio. Parte integrante de la oratoria es la retórica,
centrada en el estudio concreto de estas técnicas. Oratoria y retórica, por
tanto, son complementarias.
Sólo en el siglo V a.C. la oratoria logró convertirse
en un género literario, aunque su mayor desarrollo lo alcanzó en el siglo IV
a.C.
En la sociedad democrática y participativa griega de
los siglos V y IV a.C. la elocuencia, el dominio de la palabra hablada y el
buen uso del lenguaje gozaron de gran importancia. También la aparición del movimiento
sofista fue determinante en la creación de la retórica y el auge de la
oratoria.
La práctica judicial ateniense obligaba a que fuera el propio ciudadano el que
tuviera que hablar en su defensa ante los tribunales. Asimismo, todo el que
pretendía hacer carrera política debía dominar el arte de la palabra si quería
ganarse el apoyo de sus conciudadanos en la Asamblea. Todo ello, como hemos
dicho popularizó el estudio de la oratoria.
Según la temática y ocasión en que eran pronunciados los
discursos, se distinguía tres tipos de oratoria:
-
oratoria forense o judicial: discursos
pronunciados ante un tribunal.
-
Oratoria deliberativa o política: discursos
pronunciados, sobre todo, en la Asamblea.
-
Oratoria epidíctica: discursos de alabanza o
censura de personas, o discursos fúnebres.
PRINCIPALES ORADORES:
LISIAS. (440 –380 a.C.)
Conservamos de él unos treinta y
cinco discursos, de los que la mayoría son judiciales, escritos como logógrafo
para sus clientes.
De sus discursos se ha destacado
su estilo sencillo y claro y su capacidad para acertar en el retrato de los
personajes para los que escribía sus discursos.
ISÓCRATES ( 436-338 a.C.)
Cultivó todos los géneros oratorios. Como orador
epidíctico, es el primero que escribió sus discursos, tras elaborarlos cuidadosamente,
para que circularan de forma escrita o para que se leyeran en pequeños grupos.
Gozó de fama en vida y después de muerto, pero no
logró eclipsar la personalidad de Demóstenes, que sobresalió por encima de
todos.
DEMÓSTENES( 384-322 a.C)
Es considerado como el mejor
orador griego. Comenzó sus pasos en el camino de la oratoria como
logógrafo. Ejerció como maestro de retórica, pero se metió de lleno en el mundo
de la política, y así, lo más destacado de su producción son sus discursos
políticos: en ellos trató de concienciar a sus conciudadanos de la amenaza
que suponía para la libertad ateniense y griega en general la figura entonces
emergente de Filipo de Macedonia, denunciando al mismo tiempo a aquellos que
dentro de la propia ciudad apoyaban a Filipo. Cuando la amenaza de éste fue ye
evidente, contribuyó a unir a todos los griegos para hacerle frente.
Entre sus obras destacamos:
Las cuatro Filípicas,
donde advierte del peligro que representaba el rey macedonio.
El discurso de la Corona,
donde defendía la legalidad de una propuesta presentada ante la Asamblea según
la cual se le concedía una corona como premio por su patriotismo.
El discurso de Demóstenes es
serio y apasionado. Hay en él ironía fina, irritación y cierto sarcasmo. Su
estilo es difícil de definir. Resulta difícil de entender; emplea el dialecto
ático. Hipérbatos, simetrías, enumeraciones son constantes en su obra.
Preguntas retóricas son también típicas de su peculiar manera de escribir.
Fue considerado tradicionalmente
como uno de los mejores estilistas de la prosa griega.
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